Hoy en día tenemos cada vez más tiempo a nuestros niños y jóvenes encerrados entre cuatro paredes intentando que aprendan e internalicen grandes cantidades de contenidos. Éstos contenidos tratan de hacer que el niño comprenda el mundo que lo rodea y se acerque a él, sin embargo, es difícil tanto para
ellos como para nosotros, los adultos, aprender algo desde la sola imaginación, desde las páginas de un libro o a través de la experiencia de otros (profesores, padres).
Lo natural en un niño es la curiosidad, querer tocar, oler, probar, desarmar. Todo lo cual no se hace de otra manera que no sea “haciendo por sí mismo”, experimentando, observando, “estando ahí” donde se produce la acción.
Los niños y niñas de 3° Básico de nuestro colegio no son diferentes. Requieren aprender sobre el ciclo de vida de las plantas. Observarlo dentro de un vasito con algodón los maravilla, pero eso no es lo que sucede realmente en la naturaleza. Por esto es necesario que salgan al aire libre y conozcan desde su propia experiencia cómo crecen y se desarrollan las plantas, cómo se deben cuidar y cuáles son sus necesidades.
La práctica fuera del aula motiva el aprendizaje de los estudiantes, los calma, les permite trabajar en equipo, dialogar y un sinnúmero de conocimientos y habilidades que han adquirido o reforzado a lo largo de su vida escolar.
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